No pretendo que este post sea un foco de controversia del ya repetitivo y manido debate entre aficionados a la fiesta y el sector antitaurino. Sólo quería constatar un hecho y acontecimiento que ayer tuve el placer de presenciar en directo. Fue en Barcelona, ciudad declarada antitaurina por sus representantes municipales, donde se congregaron cerca de 20.000 personas, 19.582 aficionados exactamente (Lleno de “No Hay Billetes”), para asistir a una corrida de toros, soportando las inclemencias del tiempo un muchos pasajes de la tarde (vean la foto contigua). Ya no se puede justificar la manifestación masiva de aficionados para ver toros en Barcelona, como un oasis en el desierto auspiciado por el regreso a los ruedos de José Tomás, como se quiso dar a entender el año pasado. De hecho, el día anterior (19 de Abril), sin este torero en el cartel, la cifra de espectadores en los tendidos sobrepasaba las 14.000 personas, tres cuartos del aforo de la plaza. Aunque les pese a muchos, políticos oportunistas incluidos, Barcelona ha recuperado su afición a los toros de la que ha hecho gala durante el siglo pasado. Así que, desafortunadamente para la gente situada al otro lado de la calle, contigua a la Monumental de Barcelona, que proferían insultos (los cuales no voy a reproducir) a los aficionados que nos hacíamos presentes en la plaza minutos antes de dar comienzo la corrida, han perdido uno de sus principales argumentos para la prohibición de los toros en Barcelona. Pese a quien le pese, hoy por hoy, la gente acude a los toros en esta ciudad y no son un gueto externo a la sociedad catalana.
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