Era un 29 de Diciembre de 1978 cuando entraba en vigor la tan ansiada Constitución Española, previo referéndum 23 días antes. De tal significativo día hace ya casi 30 años, con lo que podemos congratularnos de su buen devenir después de ya tres décadas de vida. Prueba inequívoca de que nuestra Democracia Representativa goza de buena salud y de que ya no es un sistema en ciernes, frágil e inestable, es que sus principales actores van desapareciendo debido al ciclo inexorable de la vida. Adolfo Suárez González descansa su vejez inmerso en un sueño personal provocado por una enfermedad degenerativa que le ha hecho olvidarse de todo lo que fue y Leopoldo Calvo Sotelo acaba de fallecer a causa de un paro cardiaco a los 82 años de edad. Por tanto, los dos primeros Presidentes de nuestra democracia se encuentran ya fuera de la vida pública y activa. La desaparición, ya sea en vida o en espíritu, de estas dos grandes figuras de nuestra historia contemporánea, nos hace tomar conciencia de nuestras, cada vez mas arraigadas, raíces democráticas que fraguaron en aquellos momentos personajes como estos dos hombres. Asi que, desde la tristeza por la muerte de Leopoldo Calvo Sotelo y la situacuón mental de Adolfo Suárez González, el país debe estar satisfecho por la situación política estable de la que disfrutamos, soñada e inimaginable por muchos hace treinta años, cuando germinaba los pilares de la democracia de la que disfrutamos hoy en día.
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