Se oyen ruido de sables en el Partido Popular. La serenidad y el apoyo cercano profesado por la “cla popular” al candidato derrotado, Mariano Rajoy, durante los instantes siguientes a la noche electoral no hacían presagiar los movimientos internos que se están produciendo, dentro de las entrañas conservadoras, en los días previos a que sea investido el Presidente del Gobierno, previamente propuesto por el Rey. Parece darse a entender que se está generando una corriente antimariana (no precisamente en contra de la Virgen María) que tiene como principal objetivo la desacreditación del líder popular, y por ende, su cambio forzosamente voluntario, como el jugador que pide el cambio porque está lesionado de la rodilla y no puede seguir jugando el partido. A más a más, desde los púlpitos radiofónicos, coronillas mundiales y demás creadores de opinión antizapateril (no precisamente en contra de los fabricantes de zapatos) se lanzan unos mensajes que más parecen de los conversos de una causa en lugar de los que pidieron públicamente el voto para él, como así sucedió. Ante mi percepción, da la sensación de que este “nuevo” Mariano tiene previsto girar el timón de su nave hacia estribor, mientras los conversos sólo desean un volantazo a babor con el motor a toda máquina. Y está claro, si este no es capaz de navegar hacia el destino previsto, habrá que buscar a otro, u otra, quien sabe, la esperanza nunca se pierde. Sería conveniente que el estilista de Rajoy, además de aconsejarle una adecuada talla de traje que no ponga en peligro el botón del medio de la chaqueta, aprovisione de tinte sus armarios porque las puñaladas por la espalda, los quítate tú para ponerme yo, las deslealtades cercanas, los movimientos de silla o las mentiras piadosas, estresan y hacen florecer las canas como amapolas en los campos de cereales antes de su recolección. Siempre le quedará llamar al teléfono de la esperanza, o casi mejor, la web de la esperanza.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario